viernes, 24 de agosto de 2018

Reseña: Llámame por tu nombre de André Aciman (Sin spoilers).

¡Hola de nuevo, lectores! Aquí estoy un día más, para traer otro título bastante conocido. En esta ocasión se trata de “Llámame por tu nombre” (“Call me by your name”, en original) de André Aciman, al que le he puesto 3 generosas estrellas en Goodreads. Si queréis saber por qué dudo de esta nota poneos cómodos porque ¡empezamos!



Como ya sabréis (y si no, os lo cuento yo en un minuto) este es EL LIBRO (sí, así, en mayúsculas) del que todo el mundo está enamorado. Es recomendadisimo. La película basada en él ha sido un éxito, y ha ganado un Oscar. Los críticos ponen por las nubes a ambas producciones, los lectores/ espectadores también. Vamos que no existe persona a la que no le haya gustado su historia. Bueno, miento, al menos si conozco a una. Estoy hablando de mí, por su puesto. Que me ha parecido un texto de lo más cuestionable desde sus primeras páginas.

Me imagino que después de soltar esta bomba estaréis pensando (sobre todo si habéis leído mis críticas anteriores) que soy una Hater, que solo digo esto por ir contra corriente, y buscar con ello la polémica. Pero nada más lejos de la realidad. Esta obra no ha sido mi peor lectura, pero si la mayor decepción de este año.

Argumentando entre un grupo de lectores: "Pues yo creo que llámame por tu nombre está sobrevalorado".

Esto se debe a una razón muy simple. Si me conocéis sabréis que la temática del romance no es mi fuerte. Si es cierto que he leído algunas (sobre todo las recomendadas por vosotros), y también confieso que ciertos títulos me han sorprendido para bien, pero de normal no suelo poder con ellas.

En mi opinión, la gran mayoría promueven un amor poco sano, lleno de clichés que a estas alturas ya deberían haberse superado, y unos papeles femeninos y masculinos con los que no empatizo, ni me siento identificada en ninguno de sus aspectos.

Con esto, y gracias a la influencia de otros lectores, me adentré más en las novelas LGTB (para que no conozca las siglas son “lesbiana, gay, bisexual, y transgénero), y sinceramente me gustaron muchísimo más que las tradicionales. A mi parecer promueven un amor más realista, focalizan otros temas, y no se andan con los tópicos romantizados que vemos cada día en cualquier trama de esta índole. (Ojo, no digo con esto que no existan relatos de amor entre heterosexuales que se muevan por otras mecánicas. Como ya he dicho antes este es un tipo de lectura que no frecuento. Solo hablo desde mi experiencia en este campo).

Por eso, cuando supe de la existencia de llámame por tu nombre, estuve esperándolo con ansias hasta que por fin pude tenerlo. Una vez en mis manos, aparqué mi lista de lecturas pendientes, y en cinco días me lo terminé. Lo malo fue que su argumento ni me convenció, ni me atrajo desde un primer momento. Podría ponerme a hablar de sus incongruencias incansablemente, pero comenzaré primero por el principio para que empecéis a comprender de qué estoy hablando.

El argumento es el siguiente. Nuestro protagonista se llama Elio, tiene 17 años, y está bastante versado (de esto ya hablaré con más detalle). Cada verano lo pasa en una casa que tienen sus padres en un pueblo de Italia, y siempre, tienen un huésped acogido durante esos meses. Es la forma en que su padre, un catedrático, cede su hogar a algún profesor universitario para que pueda trabajar en su manuscrito.

Ese año llegó un americano. Oliver, de unos 24 años creo recordar, experto en presocráticos (Heráclito en particular), y apuesto como él solo, porque es otro de estos personajes que AMAN TODOS. Te repiten tanto el afecto que sienten por él que llegas a temer que hasta una paloma que se encuentre por la calle le confiese sus sentimientos al verle. (A ese nivel estamos).

La cara que se me quedaba cada vez que alguien proclamaba su amor por Oliver sin ton ni son.

Bien, pues el verano de estos dos consiste en estar contigo pero sin ti, hasta que han pasado las páginas necesarias para no hacer el libro demasiado corto.

Nosotros vemos el devenir de los días a través de los ojos de Elio, y la verdad es que a veces desespera el chaval. Ya no solo por su manera de ser, la cual explicaré dentro de un rato, sino porque ves cómo se monta unas películas en la cabeza dignas de las novelas tradicionales que tanto criticaba hace un rato.

Y es que el muchacho nos muestra a un Oliver digno de tener una gracia extraordinaria, que yo al ver como actuaba luego el catedrático no acababa de encajarme nada de lo que leía.

Para que me entendáis. Es como cuando empiezas a calar a una persona pero luego ves que un/a pobre chico/a lo tiene como endiosado, y lo que te cuenta de él no tiene nada que ver con lo que percibes tú, y te da más pena del enamorado que del otro, pues así. (Como siempre digo en estos casos. Si se ve como un queso, huele a queso, y sabe a queso. Pues es eso, un queso. No es un tomate camuflando sus sentimientos porque te ama tanto que no puede mostrarse tal y como es para no hacerte daño. Esto hay que quitárnoslo de una vez de la cabeza, y promover un amor sano, que luego nos autoengañamos y vienen las desgracias).

Como os decía Elio suspira por cada perfecto poro de Oliver, y da la sensación que el susodicho no solo se da cuenta de la situación (que lo confiesa y todo más adelante) sino que marea al pobre chico con sus cambios veleta, su pasotismo, sus ahora-te-hablo-pero-luego-haré-como-que-no-existes. Que claro, Elio lo pasa fatal, y ojo, que yo no me posiciono en esta “guerra” de amor, pero vamos, es ponerse en el sitio de Oliver, (refiriéndome a que veas que un menor bebe los vientos por ti, y tú, por h o por b, quieras cortarle esas ideas), y se me ocurren más de mil estilos diferentes en los que se pueda sobrellevar mejor el asunto (por no decir que parece que le encanta la atención que recibe, pero eso ya es opinión mía nada más).

El hecho es, como decía, que pasan el verano juntos. Aunque no solo están ellos con los padres. Esa casa es más bien como el camarote de los hermanos Marx. Por allí va muchísima gente a comer, a cenar, a jugar al tenis, a pasar el rato, y demás variedades lúdicas. Eso sí, todo pagado por los anfitriones sin ninguna pega al respecto. Vamos que hacerse amiga de esa familia tiene que ser el chollo de tu vida.

Y es aquí donde entra mi mayor problema con el libro. No me creo para nada sus vidas. Es que se ve tan sumamente perfecto todo lo que exponen de sus vivencias, que acabas cuestionándote hasta la más pequeña anécdota que te puedas encontrar entre sus páginas.

Veamos este asunto con más profundidad. El eje central de esta desconfianza es la culminación de la intelectualidad que reina en todos sus personajes. El padre de Elio es catedrático, y cada vez que habla parece que las aguas se abren mostrándonos el conocimiento más absoluto (creeréis que estoy exagerando, pero para nada es así. Le han llegado a aplaudir en las comidas, e incluso la madre de Elio está creada para alabar las palabras de su marido con frases como “qué maravilla oírle hablar”, y absurdeces del estilo).

Mi cara si estuviese presente en una de esas cenas.

Luego tienen un séquito de amigos igual de cultos en el pueblo, y repartidos por el mundo. Olivier se pasa el día también creando sus propios dichos (que para más inri no tienen sentido alguno), y siendo un intenso de cuidado, haciendo comentarios tales como que él lleva manteniéndose DESDE LA PRIMARIA (luego Elio nos dirá que este hombre no quiere destacar).

Y claro, yo leo estas cosas y lo primero que se me viene a la mente es preguntarme ¿qué sentido tiene decirnos esto? Vamos a ver, es que ¿cómo puede ser esto siquiera posible? Lo peor de todo es que entre los presentes los ven tan sumamente normal, sin ni si quiera pensar en la fantasmada que nos acaba de soltar. Cuando lo normal sería cerciorarse de si esto va en serio para instar a la víctima a denunciar esta explotación temprana que ha sufrido.

Y luego está Elio. Que no se queda atrás. A sus 17 años lee a los grandes, sabe mil idiomas (rarísimos algunos de ellos), transcribe partituras, te toca cualquier canción con la técnica del autor que quieras, etc. Le quieren alejar tanto de los de su añada que, para criticar a una posible rival, le pone caritas de condescendencia a Oliver porque la muchacha no conoce a Paul Celan. (Si os habéis quedado desconcertados al leer el nombre por favor, no hagáis caso al intensito de Elio. Es normal no conocerlo. Es un poeta de habla alemana bastante famoso en los círculos de la poesía).

En definitiva, esa casa parece sacada de una obra de Proust, (que luego me enteré de que el autor es especialista en dicho autor, y comenzó a cuadrarme todo más), pero por mucho que nos la intenten colar con tanto intelectualismo, sigue siendo una historia de amor de estas que te rechinan los dientes al ver como su comienzo, y la justificación de tal, nos recuerda tanto a los tópicos románticos, que nada tienen de bueno. Entiendo perfectamente la situación, y la dificultad de esta, pero marear así la perdiz me parece que no es la mejor manera de plantear este infortunio.

Luego, para no demorarme más todavía, pasa lo que os estáis imaginando, con toquecitos picantes para agradar a esa clase de público, y así ampliar los tópicos ficticios que te sacan aún más del contexto si cabe. El final, por su parte, más alargado y predecible no puede ser. Por lo que evito meterme en sus arenas, que es más de lo mismo, y ya he dicho bastante del tema.

Pues bien, eso es todo por hoy. Solo me queda decir que si os gusta esta clase de argumentos, pues mira, dejando a un lado el escrupuloso perfeccionismo de los personajes, el drama (tanto natural, como forzado en algunos casos, con algún personaje de por medio que sobra totalmente), y finales de lágrima fácil, este es vuestro libro. Si por el contrario buscáis algo de la temática, pero más natural y fuera de tanto cliché, tenéis “Al final mueren los dos” ("They both die at the end" en original) de Adam Silvera, que en mi opinión, merece mucho más la pena Reseña de "Al final mueren los dos".

Por mi parte nada más, os veo en la siguiente entrega, lectores.

Hasta entonces sed buenos y leed mucho.

Con cariño.

La bibliotecaria de Dunwich.

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