viernes, 31 de agosto de 2018

Reseña: Cuentos macabros; recopilación de cuentos de Edgar Allan Poe (Sin spoilers).

¡Hola de nuevo, lectores! Como cada viernes aquí estoy de nuevo para destripar alguna historia que haya leído previamente. Como llevo unas cuantas semanas exponiendo libros a los que he criticado bastante, me pareció bien mostrar uno que si merece la pena (al menos en mi humilde opinión). Se trata de “Cuentos macabros”, una recopilación de cuentos de Edgar Allan Poe, a la que le he dado 5 estrellazas en Goodreads (y esta vez bien merecidas). Si queréis saber los motivos por los que me he vuelto tan loca con la puntuación, poneos cómodos porque ¡empezamos!



Este sí que es mi campo y no los amores adolescentes llenos de dramas innecesarios. El terror siempre me ha fascinado, y sobre todo autores como Poe que hacen de este género pura estética redacta que te envuelven dentro de ese ambiente tal lúgubre, y oscuro. Cuando me regalaron esta edición quedé totalmente maravillada, y aunque me he leído los cuentos de este escritor decenas de veces, volví a cogerlo con entusiasmo para ver que relatos habían escogido, y como los habían ilustrado.

Porque esa es otra. De lo que se caracteriza este volumen es que, aparte de tener una increíble encuadernación, es que sus páginas han sido diseñadas por el célebre Benjamin Lacombe, que complementa a la perfección su arte con aquello que estamos leyendo. 
 


Bien, ahora que ya conocéis más o menos como está estructurado, centrémonos en el contenido.

Este se compone de 8 historias propias de Poe, incluyendo "el gato negro", y "el corazón delator" (No comentaré cuales son el resto, ni su trama, porque una cosa que las caracteriza es su manera de sorprender al lector conforme las va conociendo, así que me daba pena quitaros ese momento tan esencial de su lectura). Cada una contiene una frase famosa al empezar, y sus páginas van alternándose de blancas a negras según vamos cambiando de narración. Me hubiera gustado que estuviese mi favorita “La máscara de la muerte roja”, pero no se puede tener todo en esta vida.

Después, hay un gran resumen, tanto de la vida de Poe, como de sus obras. Sé que puede parecer relleno, pero nada más lejos de la realidad. Las idas y venidas de este autor son casi tan extrañas como sus escritos, y está tan bien redactado que ha sido una de las partes con más peso del libro.


Para finalizar, también podemos encontrar biografías y bibliografías de Julio Cortázar, de Charles Baudelaire, y de Benjamin Lacombe.

Yo me lo he leído todo de pe a pa (bueno, para ser sinceros siempre leo hasta la última letra de todos los libros, incluyendo el dónde se ha fabricado, y de qué tipo es el papel (sí, esa letra tan minúscula que suele traer en la última página va de eso, doy fe)), y he de decir que sin duda ha sido una experiencia increíble volver a retomar una lectura tan buena después de las decepciones que me había llevado anteriormente en este campo.

Letra creada para privilegiados de la vista.

Para concluir, si hay algo que destacar como negativo entre tanta alabanza es el tamaño de la letra, que soy un poco topo y me ha costado lo mío en algunas ocasiones seguir esas líneas tan empequeñecidas. Por lo demás ninguna queja. Es una edición preciosa que merece todas las atenciones posibles. Echadle un ojo si tenéis ocasión porque no os va a decepcionar.

Bueno, esto ha sido todo por hoy. Os veo en la siguiente entrega, lectores. Hasta entonces sed buenos y leed mucho.

Con cariño.

La bibliotecaria de Dunwich


P.D. No lo había dicho anteriormente porque me suelo centrar más en las tramas, pero si deseáis conocer más ediciones especiales, o libros ilustrados, ya sea por Lacombe, u otro artista, comentádmelo que os traeré alguna entrega de ello.


viernes, 24 de agosto de 2018

Reseña: Llámame por tu nombre de André Aciman (Sin spoilers).

¡Hola de nuevo, lectores! Aquí estoy un día más, para traer otro título bastante conocido. En esta ocasión se trata de “Llámame por tu nombre” (“Call me by your name”, en original) de André Aciman, al que le he puesto 3 generosas estrellas en Goodreads. Si queréis saber por qué dudo de esta nota poneos cómodos porque ¡empezamos!



Como ya sabréis (y si no, os lo cuento yo en un minuto) este es EL LIBRO (sí, así, en mayúsculas) del que todo el mundo está enamorado. Es recomendadisimo. La película basada en él ha sido un éxito, y ha ganado un Oscar. Los críticos ponen por las nubes a ambas producciones, los lectores/ espectadores también. Vamos que no existe persona a la que no le haya gustado su historia. Bueno, miento, al menos si conozco a una. Estoy hablando de mí, por su puesto. Que me ha parecido un texto de lo más cuestionable desde sus primeras páginas.

Me imagino que después de soltar esta bomba estaréis pensando (sobre todo si habéis leído mis críticas anteriores) que soy una Hater, que solo digo esto por ir contra corriente, y buscar con ello la polémica. Pero nada más lejos de la realidad. Esta obra no ha sido mi peor lectura, pero si la mayor decepción de este año.

Argumentando entre un grupo de lectores: "Pues yo creo que llámame por tu nombre está sobrevalorado".

Esto se debe a una razón muy simple. Si me conocéis sabréis que la temática del romance no es mi fuerte. Si es cierto que he leído algunas (sobre todo las recomendadas por vosotros), y también confieso que ciertos títulos me han sorprendido para bien, pero de normal no suelo poder con ellas.

En mi opinión, la gran mayoría promueven un amor poco sano, lleno de clichés que a estas alturas ya deberían haberse superado, y unos papeles femeninos y masculinos con los que no empatizo, ni me siento identificada en ninguno de sus aspectos.

Con esto, y gracias a la influencia de otros lectores, me adentré más en las novelas LGTB (para que no conozca las siglas son “lesbiana, gay, bisexual, y transgénero), y sinceramente me gustaron muchísimo más que las tradicionales. A mi parecer promueven un amor más realista, focalizan otros temas, y no se andan con los tópicos romantizados que vemos cada día en cualquier trama de esta índole. (Ojo, no digo con esto que no existan relatos de amor entre heterosexuales que se muevan por otras mecánicas. Como ya he dicho antes este es un tipo de lectura que no frecuento. Solo hablo desde mi experiencia en este campo).

Por eso, cuando supe de la existencia de llámame por tu nombre, estuve esperándolo con ansias hasta que por fin pude tenerlo. Una vez en mis manos, aparqué mi lista de lecturas pendientes, y en cinco días me lo terminé. Lo malo fue que su argumento ni me convenció, ni me atrajo desde un primer momento. Podría ponerme a hablar de sus incongruencias incansablemente, pero comenzaré primero por el principio para que empecéis a comprender de qué estoy hablando.

El argumento es el siguiente. Nuestro protagonista se llama Elio, tiene 17 años, y está bastante versado (de esto ya hablaré con más detalle). Cada verano lo pasa en una casa que tienen sus padres en un pueblo de Italia, y siempre, tienen un huésped acogido durante esos meses. Es la forma en que su padre, un catedrático, cede su hogar a algún profesor universitario para que pueda trabajar en su manuscrito.

Ese año llegó un americano. Oliver, de unos 24 años creo recordar, experto en presocráticos (Heráclito en particular), y apuesto como él solo, porque es otro de estos personajes que AMAN TODOS. Te repiten tanto el afecto que sienten por él que llegas a temer que hasta una paloma que se encuentre por la calle le confiese sus sentimientos al verle. (A ese nivel estamos).

La cara que se me quedaba cada vez que alguien proclamaba su amor por Oliver sin ton ni son.

Bien, pues el verano de estos dos consiste en estar contigo pero sin ti, hasta que han pasado las páginas necesarias para no hacer el libro demasiado corto.

Nosotros vemos el devenir de los días a través de los ojos de Elio, y la verdad es que a veces desespera el chaval. Ya no solo por su manera de ser, la cual explicaré dentro de un rato, sino porque ves cómo se monta unas películas en la cabeza dignas de las novelas tradicionales que tanto criticaba hace un rato.

Y es que el muchacho nos muestra a un Oliver digno de tener una gracia extraordinaria, que yo al ver como actuaba luego el catedrático no acababa de encajarme nada de lo que leía.

Para que me entendáis. Es como cuando empiezas a calar a una persona pero luego ves que un/a pobre chico/a lo tiene como endiosado, y lo que te cuenta de él no tiene nada que ver con lo que percibes tú, y te da más pena del enamorado que del otro, pues así. (Como siempre digo en estos casos. Si se ve como un queso, huele a queso, y sabe a queso. Pues es eso, un queso. No es un tomate camuflando sus sentimientos porque te ama tanto que no puede mostrarse tal y como es para no hacerte daño. Esto hay que quitárnoslo de una vez de la cabeza, y promover un amor sano, que luego nos autoengañamos y vienen las desgracias).

Como os decía Elio suspira por cada perfecto poro de Oliver, y da la sensación que el susodicho no solo se da cuenta de la situación (que lo confiesa y todo más adelante) sino que marea al pobre chico con sus cambios veleta, su pasotismo, sus ahora-te-hablo-pero-luego-haré-como-que-no-existes. Que claro, Elio lo pasa fatal, y ojo, que yo no me posiciono en esta “guerra” de amor, pero vamos, es ponerse en el sitio de Oliver, (refiriéndome a que veas que un menor bebe los vientos por ti, y tú, por h o por b, quieras cortarle esas ideas), y se me ocurren más de mil estilos diferentes en los que se pueda sobrellevar mejor el asunto (por no decir que parece que le encanta la atención que recibe, pero eso ya es opinión mía nada más).

El hecho es, como decía, que pasan el verano juntos. Aunque no solo están ellos con los padres. Esa casa es más bien como el camarote de los hermanos Marx. Por allí va muchísima gente a comer, a cenar, a jugar al tenis, a pasar el rato, y demás variedades lúdicas. Eso sí, todo pagado por los anfitriones sin ninguna pega al respecto. Vamos que hacerse amiga de esa familia tiene que ser el chollo de tu vida.

Y es aquí donde entra mi mayor problema con el libro. No me creo para nada sus vidas. Es que se ve tan sumamente perfecto todo lo que exponen de sus vivencias, que acabas cuestionándote hasta la más pequeña anécdota que te puedas encontrar entre sus páginas.

Veamos este asunto con más profundidad. El eje central de esta desconfianza es la culminación de la intelectualidad que reina en todos sus personajes. El padre de Elio es catedrático, y cada vez que habla parece que las aguas se abren mostrándonos el conocimiento más absoluto (creeréis que estoy exagerando, pero para nada es así. Le han llegado a aplaudir en las comidas, e incluso la madre de Elio está creada para alabar las palabras de su marido con frases como “qué maravilla oírle hablar”, y absurdeces del estilo).

Mi cara si estuviese presente en una de esas cenas.

Luego tienen un séquito de amigos igual de cultos en el pueblo, y repartidos por el mundo. Olivier se pasa el día también creando sus propios dichos (que para más inri no tienen sentido alguno), y siendo un intenso de cuidado, haciendo comentarios tales como que él lleva manteniéndose DESDE LA PRIMARIA (luego Elio nos dirá que este hombre no quiere destacar).

Y claro, yo leo estas cosas y lo primero que se me viene a la mente es preguntarme ¿qué sentido tiene decirnos esto? Vamos a ver, es que ¿cómo puede ser esto siquiera posible? Lo peor de todo es que entre los presentes los ven tan sumamente normal, sin ni si quiera pensar en la fantasmada que nos acaba de soltar. Cuando lo normal sería cerciorarse de si esto va en serio para instar a la víctima a denunciar esta explotación temprana que ha sufrido.

Y luego está Elio. Que no se queda atrás. A sus 17 años lee a los grandes, sabe mil idiomas (rarísimos algunos de ellos), transcribe partituras, te toca cualquier canción con la técnica del autor que quieras, etc. Le quieren alejar tanto de los de su añada que, para criticar a una posible rival, le pone caritas de condescendencia a Oliver porque la muchacha no conoce a Paul Celan. (Si os habéis quedado desconcertados al leer el nombre por favor, no hagáis caso al intensito de Elio. Es normal no conocerlo. Es un poeta de habla alemana bastante famoso en los círculos de la poesía).

En definitiva, esa casa parece sacada de una obra de Proust, (que luego me enteré de que el autor es especialista en dicho autor, y comenzó a cuadrarme todo más), pero por mucho que nos la intenten colar con tanto intelectualismo, sigue siendo una historia de amor de estas que te rechinan los dientes al ver como su comienzo, y la justificación de tal, nos recuerda tanto a los tópicos románticos, que nada tienen de bueno. Entiendo perfectamente la situación, y la dificultad de esta, pero marear así la perdiz me parece que no es la mejor manera de plantear este infortunio.

Luego, para no demorarme más todavía, pasa lo que os estáis imaginando, con toquecitos picantes para agradar a esa clase de público, y así ampliar los tópicos ficticios que te sacan aún más del contexto si cabe. El final, por su parte, más alargado y predecible no puede ser. Por lo que evito meterme en sus arenas, que es más de lo mismo, y ya he dicho bastante del tema.

Pues bien, eso es todo por hoy. Solo me queda decir que si os gusta esta clase de argumentos, pues mira, dejando a un lado el escrupuloso perfeccionismo de los personajes, el drama (tanto natural, como forzado en algunos casos, con algún personaje de por medio que sobra totalmente), y finales de lágrima fácil, este es vuestro libro. Si por el contrario buscáis algo de la temática, pero más natural y fuera de tanto cliché, tenéis “Al final mueren los dos” ("They both die at the end" en original) de Adam Silvera, que en mi opinión, merece mucho más la pena Reseña de "Al final mueren los dos".

Por mi parte nada más, os veo en la siguiente entrega, lectores.

Hasta entonces sed buenos y leed mucho.

Con cariño.

La bibliotecaria de Dunwich.

viernes, 17 de agosto de 2018

Reseña: A todos los chicos de los que me enamoré de Jenny Han (Sin spoilers).

¡Hola de nuevo, lectores! Tenía preparada otra reseña para este viernes pero, como es una fecha un poco señalada, la dejo de lado para traer el análisis del libro que trae hoy mismo Netflix en formato visual. Se trata de “A todos los chicos de los que me enamoré” (en original: “To all the boys I’ve loved before”) de Jenny Han, al que le he puesto una mísera estrella en Goodreads. Si queréis saber el motivo por el que le he dado esta horrible nota poneos cómodos porque ¡empezamos!



Antes de nada he de decir que el problema ha sido más mío que de la obra, ya que yo esta clase de tramas no las suelo soportar demasiado. Básicamente, aunque la conocía desde hace bastante, me propuse leerla porque Netflix había decidido sacar versión cinematográfica (y yo me declaro super fan de que hagan caso a los títulos populares entre los lectores de a pie). Así que esperándome otro “por trece razones” (que conociendo mi opinión acerca de esta historia ya veis que tampoco ponía el listón muy alto) me puse con ella a ver qué tal estaba.

Y bien, básicamente el título es el primero de una trilogía que le siguen “P.D. Todavía te quiero” (“P.S. I still love you”) y “Para siempre, Lara Jean” (“Always and forever, Lara Jean”).

El que comienza la saga es del que vamos a hablar en estos momentos. El resto no los he leído, ni creo que lo haga a no ser que me lo pidáis expresamente (no seáis malos que os veo venir).

Sin más dilación comienzo con su análisis. Esta novela tiene un argumento bastante simple. Nuestra protagonista es Lara Jean, una adolescente con ascendencia coreana por parte de madre, que vive con su padre viudo, y sus dos hermanas, en América. Ella es la mediana, y como se quedaron sin madre cuando eran muy niñas, las tres chicas están bastante unidas. Sobre todo ella a la progenitora, a la cual ADORA, y la tiene siempre en sus pensamientos.

Margot es esta agraciada muchacha que parece llevar las riendas de la casa. Ella sale con el mejor amigo de Lara Jean, llamado Josh, y se van los tres por ahí juntitos todo el rato (aquí ya vemos algo chungo pero vamos a dejárselo pasar que esta historia tiene de todo).

Mi cara al ir descubriendo estas cosillas de Lara Jean.

Luego está la pequeña que es el alivio cómico, y la conveniencia argumental para algunos casos, llamada cariñosamente, Kitty.

Ahora que conocemos a la familia (el padre como si no existiese, y Josh como está todo el día por casa podemos considerarlo uno más) pasaremos al meollo de la cuestión.

Magot se va a la universidad allá lejos-lejísimos, rompiendo con Josh (porque su madre le dijo una vez, hace mil años, que no fuera a la universidad con novio, y oye, hay que ser cumplidora y hacer caso aunque tengas una relación fantástica), y Lara Jean se queda desolada. Ella comienza su nuevo año en el instituto cuando haciendo limpieza y demás, se da cuenta de que han desaparecido unas cartas que había escrito hace años.

Y es que nuestra protagonista se enamora poco después de que le digan “hola”, por lo que se centra en expresar sus sentimientos escribiendo cartas a los afortunados para “desenamorarse” (sí, yo tampoco lo entiendo pero allá cada uno), y en vez de enviárselas, se las queda ella, para así poder pasar página (no vaya a afrontar sus sentimientos de una forma sana. Entonces no tendríamos libro que criticar).

Pues como podéis intuir “por arte de magia” (luego se desvela cómo ocurrió todo) las misivas fueron enviadas a sus destinatarios sin que nuestra Lara Jean pudiese hacer nada al respecto (¡¡¡chan, chan, CHAAAANN!!! No nos lo esperábamos para nada). Estas son 5, y sinceramente, el que hubiese tantos personajes implicados era algo que me intrigaba, pero no os preocupéis porque de las 5 al final solo sirven 2. Lo justo para hacer el triángulo amoroso entre Lara Jean, Josh (como no), y Peter kavinsky.

Intentando parecer sorprendida ante este "terrible" giro de los acontecimientos para nada esperado.

Si me lo permitís, voy a tomar un desvío de la historia para hablar de Peter. Este muchacho es el más popular del instituto, jugador de futbol americano (que pasará con esta clase de chicos en los centros, ¿les harán una criba y pasarán los más guapos y carismáticos, en vez de los que tienen valía en el deporte, o cómo va la cosa? De verdad que es algo que me tiene intrigadísima). Tiene una no relación con otra chica popularísima, pero lo habían dejado, le llega la carta de Lara Jean, y claro. Aquí retomamos la historia. Deciden hacerse pasar por novios para dar celos a su ex novia, y ella para que Josh vea que tiene superado lo suyo, y no meterse (aún más) en la relación de su hermana, la cual ya había terminado por lo que tampoco había tanto drama.

En este punto es cuando, después de tanta obviedad, siguen dándole vueltas a lo mismo, metiendo cada vez más clichés, hasta que se vuelve inaguantable del todo. No voy a contar más porque ya no quedaría nada de lo que hablar. Tan solo quiero decir que me parece que tiene (además de no aportar nada en especial por ser tan sumamente genérico) una ranciedad abismal a la hora de tratar lo maravillosa que es Lara Jean en contraposición a cómo sería una chica normal de su edad (las cuales nos las venden de forma negativa a través de sus amigas y “rivales”), y como esos pensamientos típicos de esta clase de novelas crean un amor irreal que luego, en la realidad, es más perjudicial que beneficioso para aquellos que intentan conseguirlo.

Con esto no os sorprenderá cuando os digo que de los libros que me he leído este año (han sido unos 11) este ha sido el peor de lejos, y que como no tenga otro incentivo, no pienso acabarme esta trilogía, la cual ya me imagino como va a acabar sin haber leído ni la mitad de su historia.

Nos vemos en la siguiente entrega con “Llámame por tu nombre” (“Call me by your name”) de André Aciman. Hasta entonces, sed buenos y leed muchos.

Os espera en la próxima entrega (o always and forever a lo Lara Jean).

La bibliotecaria de Dunwich


viernes, 3 de agosto de 2018

Reseña: Tokio blues de Haruki Murakami (Sin spoilers, ni rencores)

¡Hola de nuevo, lectores! Como prometí por aquí ando de nuevo. Esta vez para traer otro libro bastante famoso, aunque de una índole bastante distinta al anterior. Se trata de Tokio blues (o Norwegian Wood como se llama en Latinoamérica y los países de habla inglesa, partiendo del título original Noruwei no Mori. Nuestras adecuaciones al idioma siguen, como siempre, sin pasar desapercibidas) de Haruki Murakami, al que le he puesto cuatro estrellas en Goodreads. Aunque sinceramente, dudo del valor verdadero de esta nota, puesto que tengo bastantes críticas con las que me ganaré el odio de una gran parte de vosotros. Pero bueno, como digo siempre, no aventuremos acontecimientos, comencemos por su trama.


En esta parte no me demoraré mucho puesto que no es una narración que tenga grandes idas y venidas. Tan solo nos habla un hombre llamado Toru Watanabe, que se pone a revivir sus años universitarios (más bien los primeros) en la década de los 60, cuando se muda de su pueblo a Tokio, con las alteraciones que conlleva. Básicamente, la novela nos presenta una especie de críticas sociales, inconexas entre sí, a través de los ojos del protagonista. Pero, a su vez, los que desarrollan esas circunstancias suelen ser los secundarios, por lo que en todo momento, Watanabe se encuentra en alguna que otra extraña situación, donde sus amigos le explican aquello por lo que van pasando.

Dicho esto cabe pensar que es un texto profundo, lleno de matices, donde el análisis que se hace a la sociedad japonesa del momento podrá en jaque todas tus creencias al estilo “El guardián entre el centeno” (obra, que por otra parte, está citada por encima, unas cuantas veces, a lo largo de sus páginas) pero en mi opinión (y vuelvo a recalcar “mi opinión”, que sé que Tokio blues es muy querido, y conozco a varias personas que les encanta), se queda a medio camino de convertirse en un símil del estilo.

Me explicaré sin hacer muchas comparaciones para no herir más de lo necesario.

Uno de los problemas más gordos que veo son los personajes. (Que si ya esa es una de las contrariedades mal vamos) Watanabe, por ejemplo, es el típico personaje pasivo, el cual solo actúa ante los problemas cuando se ve envuelto en ellos.

Esta clase de protagonista es muy común en la literatura, y, aunque a mí no me dan más esta clase de personalidades, he leído libros con principales así que me han fascinado.

Esta, como veis, no es la pega. El problema llega en poner a alguien así en cabeza para que luego la trama que le rodea sea de lo más “tranquila” (porque no es lo mismo Alicia que de repente se ve rodeada de un montón de seres rarísimos, y una reina que le quiere cortar la cabeza, a un chico que lo más atrevido que hace es salir por ahí a divertirse por la noche).


Este dato ya hace que cojee un poco la historia, pero después, conociendo a los secundarios, te das cuenta de que no va a mejorar en ningún momento.

Antes de adentrarme a explicar cómo son los más destacados, tengo que decir que comparten ciertas cosas en común. AMAN a Nawakane, y parece el eje de sus vidas aunque este sea un personaje extrañamente poco carismático de por sí. Todos fuman, y se hacen los intelectualoides más o menos a su manera.

Tristemente estas características no son lo más molesto que aportan. Lo peor, con diferencia, es que son personajes unidimensionales centrados solamente en su propio arco, por lo que el libro es un conjunto de pedacitos poco hilados entre sí.

(Por si no conocéis lo que es una persona unidimensional os lo explico en un minuto. Suelen darse en algunas ficciones, y se caracterizan por ser lo contrario a aquellos sujetos con un trasfondo profundo. Si no conseguís diferenciarlos (en algunas ocasiones la superficialidad está más a la vista que en otras) tan solo debéis pensar en qué haría el susodicho en cuestión, en un percance imaginado, que esté fuera de su zona de confort. En este caso, por ejemplo, podemos preguntarnos qué haría Nawakane si en vez de estudiar en Tokio, tuviera que irse abruptamente a occidente a trabajar en una tienda de zapatos. Si consigues imaginar cómo se desenvolvería el individuo ante tal situación (no hace falta acertar, con cavilar conociendo su manera de ser basta) estarás ante figura con profundidad. Si no, es un personaje que solo sabe moverse en una sola dirección, aquella que le haya dado su autor.).

Mi reacción cuando empiezo a ver por donde van los tiros.

De estas dos últimas afirmaciones no se libra ni nuestro Toru. Para Murakami el hecho de crear un entorno que no fuera tan oriental en un principio, para hacerlo algo más llamativo y extravagante, fue algo que pudo mantener a duras penas a través del relato, ya que a su vez, los rasgos y guiños al país donde se desarrolla se ven en situaciones tan cotidianas, como el hecho de que dos amigos caminen uno detrás del otro tan tranquilos.

Con esto no quiero criticar la cultura oriental, ni mucho menos, los que me conocéis sabéis que me gusta más la zona este del mundo, que la del oeste. De ese modo, no me descolocaba tanto encontrarme con esa clase de anécdotas, como sí la mezcolanza de culturas, haciendo menos creíble aún, esa historia que nos intentaba vender con cierta dosis de realismo.

Por otra parte, y como ya he mencionado previamente, los personajes son TODOS unidimensionales, y con una conveniencia argumental tan obvia que es difícil creer en ellos.

Por un lado tenemos a la sensible Naoko (típico personaje femenino asiático), que a día de hoy tengo el conocimiento de que está enferma pero aún no sé de qué. No se da ningún tipo de comentario al respecto, no vayamos a tener un personaje bien construido.

Luego está Midori Kobayashi, que hace el papel de la típica secundaria, muy socorrida por los doramas, y demás estilos de ficción oriental (es más, en la mayoría de los romances de estas tramas siempre hay una Naoko y una Midori que son ambas, el posible reclamo amoroso del protagonista), en donde vemos a una chica muy echada para adelante, pero que tiene detrás un dramón considerable.

Reiko Ishida es la madura (otra tipo de persona muy elegida). No hay mucho que decir de ella tampoco, está ahí como apoyo a Naoko y al propio Toru. Cabe destacar que esta mujer es la menos querida por los lectores en general (haya, o no, gustado la novela). El motivo es generalizado, es un personaje que sobra completamente.

No nos libraremos nunca de los triángulos amorosos.

Nagasawa, que es el Joey/Barney, o para quien no haya visto “Friends” o “Como conocí a vuestra madre”, significa que es el super ligón que se lleva a Nawakane por ahí de fiesta siempre que puede, dándonos con ello, unos toquecitos de locura nocturna que no pegan en la dinámica de la aventura ni con cola.

Como veis el, 90% de los personajes son mujeres, y tooodas adoran a nuestro Nawakane, (por su puesto, Nagasawa también, pero de una manera más de colegueo) lo que huele a rancio de aquí a mañana, ya que todas ellas son cortadas por el mismo patrón, son igual de intensas, y remarcan siempre los  libros intelectuales, canciones, etc. que les gustan. (El título mismamente, fue escogido por una canción de los Beatles que le encanta a Naoko. No es muy conocida, y supongo que por eso es tan “especial”, como todo lo que nos intenta vender en este escrito).

Que te gusten los Beatles de especial tiene bien poco pero vamos a dejárselo pasar.

Lo que más me choca de este asunto es que nos muestre esas singularidades para luego cerrar las etapas de sus personajes de una manera tan pobre, que si me hubiera encariñado con ellos me daría hasta pena.

Bien, imagino que al llegar hasta aquí os estaréis preguntando que, después de una crítica tan extensa como la que os acabo de redactar, como he llegado a ponerle 4 estrellas, y es que, si he de resaltar algo positivo, me quedo con cómo está redactado, y lo liviano que se hace el leerlo. Creedme, venía de otra obra (paciencia, ya os contaré cual es en otra reseña) que me había hartado, y esta, al menos, no me resultó pesada, ni difícil de leer. De ahí la generosa nota.

Bueno, esto ha sido por hoy. Si queréis mi consejo os diré que, si no habéis leído a Murakami, leedlo. Ya sea esta, su obra más famosa, u otra de sus historias. Este hombre es muy importante en nuestra época, y al igual que tiene sus admiradores, tiene también sus detractores. Yo, en la búsqueda de opiniones me he encontrado de todo. Gente que le adora, que le odia, que aman otros títulos pero que odian Tokio Blues, etc. Él mismo confesó en una entrevista que no sabía cómo gustaba tanto Norwegian Woods, así que yo le tomo la palabra y me mantengo al margen hasta que lea otra de sus novelas, y pueda con ello, tener una opinión más formada sobre este popular escritor.

Hasta entonces solo me queda analizar los demás libros que he leído a lo largo de estos meses que habéis estado sin mí. Pero eso será ya en la próxima entrega. Por ahora me despido. Sed buenos y leed mucho.

Con cariño.

La bibliotecaria de Dunwich