viernes, 25 de enero de 2019

Reseña: Rebelión en la granja de George Orwell. (Sin spoilers).

¡Hola de nuevo, lectores! Por aquí ando una vez más con una de las últimas lecturas que he realizado. Esta es la titulada “Rebelión en la granja” (“Animal farm” en original) del aclamado autor George Orwell, a la que le he puesto 5 estrellazas en Goodreads. Como siempre digo, si queréis saber el motivo de esta increíble nota poneos cómodos porque ¡empezamos!


Nota: Antes de seguir con esta reseña os comento rápidamente que este año voy a ir rellenando un bingo literario de esos que están tan de moda. No condicionaré mucho mis opciones para adecuarlo a sus casillas pero os lo iré añadiendo actualizado al final de cada entrada.

Bien, pues poniéndoos un poco en situación diré que esta obra llegó a mí hace bastante tiempo pero no fue hasta esta semana pasada cuando decidí ponerme con ella. Su argumento como tal no me convencía demasiado, y, aunque había leído muy buenas críticas sobre ella no creía que me interesase lo suficiente para que me gustase. Adoro decir que en esta ocasión me equivoqué por completo ya que sus líneas me encantaron.

Su historia parece simple en un principio. Viene siendo una granja ordinaria de Inglaterra donde sus animales consiguen echar a su dueño cansados de ver cómo eran explotados para enriquecerle. Después de esto se adueñan del lugar e instauran un sistema de trabajo gracias al cual, en un principio, todo lo que produzcan será para beneficio propio.

La cuestión es que, este hecho, más todo lo que viene después, está basado en el régimen de Stalin. Así es como este está representado a través de un cerdo llamado “Napoleón” (que como dato curioso, en Francia está prohibido llamar a un cerdo “Napoleón” a raíz de este relato). Trotsky vendría a estar personificado por otro marrano llamado “Copo de nieve”, etc.

Así comenzó todo.

Con estos personajes Orwell nos muestra las diferentes fases por las que pasa este estado comunista donde los que más sufren son los animales de a pie. Estos pasan por innumerables penurias trabajando sin cesar, y manteniéndose con poca comida, todo aguantado estoicamente con el aliento que les proporcionaba la premisa de ser por fin “libres”.

Frases como “cuatro patas sí, dos pies no” que hacen balar a las ovejas cada poco para hacer calar la idea. La canción “Bestias de Inglaterra” inspirada en “La internacional”, y los mandamientos que deben cumplir los animales, son los cimientos de este ideal que nos permiten ver cómo van cambiando al antojo de los marranos según va pasando el tiempo.

El afianzamiento de los inteligentes cerdos queda amparado por estos toques que, después del transcurso de los días, van modificándose suavemente, hasta llegar a prohibirse la canción que los hizo libres para establecer ahora un cántico que ensalce la figura de Napoleón, o la frase inicial por “cuatro patas sí, dos patas mejor”. A mi parecer, el que mejor representa este arduo camino fue el mandamiento que empezó siendo “todos los animales son iguales”, para acabar rezando “todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”.

Napoleón adoctrinó a unos cachorros para que le sirviesen de protección en el futuro.

Y esto no es todo. Entre sus páginas podemos observar que no solo se nos explica las directrices que toma la rebelión, sino que Orwell se toma su tiempo en mostrarnos las diferentes actuaciones de los animales, junto a las consecuencias que estos acaban acarreando por sus actos. Así vemos como hay oprimidos totalmente cegados ante el régimen que trabajan sin descanso para ellos hasta la extenuación, modelando la célebre frase de Simone de Beauvoir “el opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos”.

Trabajaban hasta la extenuación y aún así había animales que hacian más horas por su cuenta.

No podían faltar también aquellos que escaparon al ver que las cosas se torcían. Los que notan que hay algo raro pero por miedo y desconocimiento no se atreven a contradecir lo mandado, etc.

En general, a modo de conclusión, creo que es una obra brillante cuyo final es espectacular. Pienso que, a pesar de las dificultades que tuvo para publicarse, ha sido una novela que ha sabido caminar con el tiempo dándonos una lección difícil de olvidar. Por ello, tanto si os gustan esta clase de distopías, como si no, os recomendaría que le dieseis una oportunidad y leyeseis su historia. Os dará una lectura enriquecedora como pocas lo han hecho.

Por mi parte nada más que añadir. Me queda pendiente seguir con 1984, otro pilar de la biblioteca de Orwell. Pero eso será más adelante. Vendré próximamente con más novedades. Hasta entonces sed buenos y leed mucho.

Con cariño.

La bibliotecaria de Dunwich.


He empezado fuerte pero me ha a costar completarlo todo así que más vale tomarlo con paciencia.

viernes, 18 de enero de 2019

Reseña: Penas del joven Werther de J. W. Goethe. (Sin spoilers)

¡Hola de nuevo, lectores! Antes de nada, ¡feliz año a todos! Empezamos el cuarto año del blog (que se dice pronto) con una lectura bastante especial. Esta es “Penas del joven Werther” del ilustre autor J. W. Goethe, al que le he puesto 3 estrellas en Goodreads. Si queréis saber el motivo de esta nota, la cual he dudado mucho en dar, poneos cómodos porque ¡empezamos!


Ya la portada nos indica el grado de intensidad que profesan estos dos.

Después de la decepción que me llevé al leer “El piso mil” (recordemos el horror sufrido pinchando aquí ) decidí que el primer libro del año debía de estar bien pensado para entrar con buen pie en el nuevo ciclo. Así fue como el año pasado empecé con “El arte de la guerra” y en este con “Penas del joven Werther”, ya que esta obra es controversial hasta decir basta, y eso a mí me llamaba mucho más la atención que su contenido en sí.


Os expondré un poco sus antecedentes. Goethe publicó penas del joven Werther basado en sus experiencias personales en 1774. Este año coincidió con un cambio generacional significativo en el que la sensibilidad y el romanticismo estaban en auge entre los más jóvenes. Por lo que sus tres partes fueron bastante bien acogidas.

Debido a este cambio de mentalidad, la trama, y sobre todo el personaje de Werther calaron profundamente, haciendo que el final de su historia (la cual es bastante conocida pero la guardaré para mí igualmente, que no os quiero desvelar el desenlace de la novela) fuese imitado por muchos de sus lectores. Fue tan importante este hecho que a día de hoy se utiliza el término “efecto Werther” en psicología para denominar un acto de lo más común.


Leyendo estos datos os podéis imaginar mi embelesamiento ante este manuscrito. Llevaba dándole vueltas a comprarlo durante años pero no fue hasta esta navidad que me lo regalaron cuando por fin me puse al lío para saber el porqué de tanto revuelo. Lo que me encontré fueron unas líneas que me dejaron sin habla, pero no adelantemos acontecimientos. Como siempre digo, empecemos por el principio.

La sinopsis general de la novela trata sobre un joven acomodado (no me atrevía a decir “de buena familia” ya que no posee ningún título nobiliario ni nada por el estilo), que se enamora perdidamente de una muchacha a la que acaba de conocer con todo lo que ello acarrea.

A simple vista este resumen no parece muy atractivo pero esto es porque lo concebimos desde el conocimiento de un amor más natural del que profesa el libro. En sus líneas lo que está descrito es un verdadero SIN DIOS.

Pongámonos en situación. Él nos va relatando los sucesos a través de unas cartas que le envía a su amigo Guillermo, y de las cuales intuimos las respuestas por lo que expone Werther en las siguientes misivas, porque solo tenemos su voz en este conjunto de situaciones.

En ellas vemos como este chico es sensible a más no poder, y que al ver a Carlota por primera vez ya no existe mundo más allá de ella y su familia (su madre al morir joven le encargó cuidar de sus hermanos pequeños así que a eso se dedica). Después de pasar el día en una fiesta él ya no se despega de ella ni con agua hirviendo. Que si paseos por aquí, que si dar la merienda a los niños, que si LLORAMOS AL ÚNISONO POR ALGUNA TONTERÍA. Porque sí lectores, una cosa está clara, Werther ha encontrado la horma de su zapato porque Carlota es igual de sensiblera que él.


Así me tenían cada vez que se enfrascaban en una de sus conversaciones melancólicas.

Claro, con todo esto os estaréis preguntando que dónde está el problema, porque de no haberlo no existiría drama ninguno (a parte de los lloros sin sentido), y sí, este, al contrario que otras lecturas expuestas por aquí, sí que tiene un “pero” bastante grande. Este es el de que nuestra querida Carlota está COMPROMETIDA CON OTRO HOMBRE.

Intentando consolar a Werther de dicha desgracia aunque soportalo sea un suplicio.

¡Dam, dam, daaaam! Luces, rayos y truenos. He aquí la desgracia del pobre Werther, que, como él ya es intensito de por sí, se nos muere un poquito al enterarse. Cuando sucede esto la verdad es que intuía que aquí comenzaba el dramón en ciernes, pero parece ser que a nuestro protagonista le va pesando más adelante este hecho porque lo que hace con toda su cara es ¡ACOPLARSE A LA PAREJA!

Además en todo momento. ¿Qué van a pasear? Él se va con ellos. ¿Qué comen? Él se une. ¿Qué se van a ver las estrellas? Él también va, y además se pone a llorar con la otra en su eterna melancolía mientras el futuro marido se queda en plan pero-que-les-pasa-a-estos, he intenta decirles suavemente que no es para tanto.

El pobre marido en plan: "Pero ¿en dónde me he metido? Si lo llego a saber me quedo soltero".

Bueno, adelantándonos en este sin dios, Werther se da cuenta de que sobra un poquito, por ello decide poner tierra de por medio. De lo malo EL MINISTRO le había hecho una oferta de trabajo (luego el embajador, y más adelante EL PRINCIPE. Qué les dará este hombre para que se lo rifen tanto), por lo que, aunque no es de su agrado dejar la profesión de pintor aparcada, para allá que se va, y empieza la parte que más me ha gustado de la novela.

Me llama a mí el ministro/embajador/PRINCIPE para un trabajazo y me marco un Homer en toda regla.
"Oye Sara, que el ministro quiere que trabajes en su gabinete... ¿Sara?... Creo que se ha ido"

En esta comienza a analizar y criticar la sociedad de una manera impoluta. Nos lo enseña de la misma manera en forma de Cartas, que también envía esta vez, aparte de a Guillermo, a Carlota y su ya marido. Fue tal mi asombro del subidón que metió el libro que me puse a sacar fotos a frases que me parecían importantes como una loca. Aquí os dejo algunas muestras.



Por desgracia, esta etapa se acaba, y Werther echando de menos a Carlota día sí y día también, DECIDE VOLVER Y MUDARSE AL LADO PRÁCTICAMENTE DE ELLOS.

Carlota, ¡he vuelto!

Claro, estos ya están casados y hacen vida normal con el otro por ahí importunando cada dos por tres. A mí es que me sacaba de quicio la pesadez de este hombre, pero en la novela, a parte del malestar del marido, a nadie parece hastiarle tanto. Carlota, a mi parecer, se deja querer, y solo ya cuando ve que es muy grande la bola de nieve, le dice a Werther que no vuelva en unos días.

Lo mejor de esto es que Werther, aunque se marcha encajando el golpe como puede, NO LO CUMPLE. Ahí lo tienen al día siguiente otra vez metido en casa. Nada, yo ahí ya me di por vencida con él. Luego como era de esperar todo se tuerce más y él toma una solución con mil exigencias, no vaya a ser que no le tengan en cuenta por una vez en la vida (que afán por querer llamar la atención. Que cruz de hombre nos has creado, Goethe). Cabe decir, para concluir, que se las conceden de buen grado, así que ahí se termina todo.


Bueno lectores, esa ha sido mi opinión sobre “penas del joven Werther”. He de decir que también tengo “Fausto” del mismo autor. Si os apetece os lo traigo, pero advierto que no será en estas próximas reseñas, ya que necesito desconectar un poco de tanta intensidad.

Nos vemos para la próxima lectura. Hasta entonces sed buenos y leed mucho.

Con cariño.

La bibliotecaria de Dunwich.