miércoles, 20 de mayo de 2020

Reseña: Kuroi Jukai: El mar de los árboles negros de Carlos Páez S. (Sin spoilers).

¡Hola de nuevo, lectores! Por aquí estoy otra vez con una de mis últimas lecturas. Esta es la de “Kuroi Jukai: El mar de los árboles negros” de Carlos Páez S., al que le he puesto dos estrellas en goodreads. Si queréis saber el motivo de mi puntuación poneos cómodos porque ¡empezamos!



Este libro llegó a mi conocimiento a través del documental de dark tourist (muy recomendable por su parte, por si todavía no lo habéis visto), en el que explicaban que esta novela trataba del bosque de los suicidios que existe en Japón. A mí, como ya sabéis a estas alturas, lo macabro y lo asiático me pirra así que lo encargué y ahora que tenía tiempo me puse con él. La pena fue que nada más empezarlo comenzó la decepción.

Ya nada más empezar cuando veo que tenemos un protagonista con una personalidad de serie shonen cuando se trata de una obra histórica y supuestamente seria.

He de admitir que dudé mucho sobre si escribir esta reseña o no, dado que no me gusta criticar las obras de autores menos conocidos. Como escritora comprendo que no es justo para ellos ponerlos al nivel de editoriales grandes que tienen herramientas de sobra para solventar problemas que en las más pequeñas se les pueden escapar, pero como vi que había tenido su público decidí exponer mi crítica por aquí, aunque aviso de antemano que no lo haré con tal puño de hierro como podría hacerlo con una de producción masiva.

La historia en sí se desarrolla en el Japón feudal en donde un quinto hijo de una familia menor llamado Leiji Takeda, tiene deseos de convertirse en un gran guerrero para conquista el corazón de su prima Tomoe, la cual, por supuesto, es una líder importantísima, que de primeras no le corresponde de ninguna manera.

¿Por qué en estos tiempos que corren esta clase de amor tóxico en el que el desprecio está presente no se elimina de una vez por todas?

Nuestro protagonista no desiste y se embarca en misiones peligrosas para mostrar su valía. Lo que no sabía era que el destino lo conduciría hacia responsabilidades bastante importantes que acabarían por forjar su carácter, convirtiéndolo así en un hombre respetado por todo aquel que lo conoce.

Ya está. Esto es lo que podemos sacar en claro de la historia. Esta se desvía tanto del camino que intenta tomar en un principio que no da para mucho más su desarrollo.

Me explicaré en profundidad para que entendáis mi punto. Creo sinceramente, aparte de la inconsistencia histórica que acarrea de por medio, metiendo elementos que claramente no son de la época (como los Takoyakis) para crear un ambiente forzado del país, el problema real lo acarrea el protagonista.

A veces las referencias japonesas eran tan forzadas que las veía tal que así. Españolizando el ejemplo sería como si yo expusiese que mi protagonista estaba tomando una paella en compañía de Machado mientras le comentaba que era más bello que los naranjos al sol. 

Leiji, como pasa muchas veces en escritores, sobre todo jóvenes que redactan sus historias de manera amateur (todos mis respetos a ellos, por otra parte, solo los nombro para señalar el punto al que quiero llegar), es un Gary Stu, un Poochie como muestra la serie Los Simpson, o para aquellos que no entiendan ambas referencias diremos que es un protagonista al que todo el mundo ama, observa y piensa en él constantemente aunque no tenga sentido alguno.

Esto suele ser motivado por las ensoñaciones del autor/a en cuestión, acorde a sus fantasías personales. Obviamente, ni queda natural una vez narrado, ni es conveniente para una historia, sea cual sea esta.

"Y quiero que cuando no esté en escena todo el mundo se pregunte: "¿Dónde está Leiji?"

En este caso podemos ver como es desarrollado como un guerrero que realiza un mal expuesto periplo del héroe, pero bien puede ser el relato de una chica normal y corriente que en su primer día de universidad se sienta a su lado el cantante más famoso del momento y queda enamoradísimo de ella desde el primer momento. Vamos, lo que viene siendo los deseos de la gente, plasmados sobre el papel.

Para no darle más bola al asunto he de decir que hubo partes, las dedicadas a la historia, que si me entretuvieron y pensaba que al fin se ponía interesante, pero la alegría duraba más bien poco porque solía ocurrir que en medio de una conversación de guerra, el interés amoroso del protagonista pensaba en él devolviéndote de golpe a la realidad del libro.

Cuando la historia comenzaba a estar interesante pero la matan de golpe para ensalzar al protagonista.

Con esto podéis daros una idea del resto de mis impresiones. Si queréis leer algo liviano del Japón feudal (porque a mi pesar, el bosque de los suicidios que tanto promete hasta en el mismo título, solo da para una escena que se olvida a la página siguiente), podéis probar a leerlo. Yo por mi parte seguiré buscando en mi biblioteca para traeros más análisis en los siguientes días.

Hasta entonces sed buenos y leed mucho.

Se despide con cariño.

La bibliotecaria de Dunwich

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