lunes, 26 de junio de 2017

Reseña especial: Harry Potter y la piedra filosofal.

¡Hola de nuevo lectores! Sé que ha pasado algún tiempo desde mi última entrada, pero es que estaba reservando este momento para algo muy especial. Hoy, precisamente, se cumplen veinte añazos ya, desde que salió a la venta Harry Potter y la piedra filosofal de J. K. Rowling, así que teniendo en cuenta este aniversario, he vuelto a releerme el libro para poder contaros un poquito todo lo que engloba esta primera historia que comienza una de las sagas de magos más conocidas de la historia. ¡Poneos cómodos porque empezamos!



Como me imagino que a estas alturas todo el mundo conoce ya esté conjunto de novelas tan sumamente increíbles, donde un chico de once años cambia su vida para siempre al enterarse de que es un mago, aprovecharé para contarla a mi estilo, con un poco de picardía, y un punto de vista diferente ya que me considero una Slytherin de pura cepa (aunque pottermore a veces me sugiera otra casa), dándole en ciertas ocasiones, un toque personal a todo este mundo que tiene a varias generaciones de lectores fascinados. Por ello, y sin más dilación, mis queridos magos y muggles vamos a comenzar con el maravilloso argumento que engloba todo este mundo.


Nuestro protagonista, como bien sabemos, es nuestro entrañable Harry Potter, un chico con gafas, algo delgaducho, y con una extraña marca en la frente en forma de rayo, que vive con sus horrendos tíos y su primo que parece sacado de un episodio de hermano mayor, en el número 4 de Privet Drive. Esto se debe a que un malvado mago al que llaman ElQueNoPuedeSerNombrado por superstición pura, mató a los Potter, e intentó acabar con su hijo también, pero cuando le echó encima una maldición (de las malvadas de verdad, no de esas que te lanzan las señoras que te regalan romero por las calles, cuando no quieres darles nada a cambio), y esta rebotó y le dio al malísimo, dejándole a Harry esa cicatriz que parece el imán de todo el mundo para empezar una conversación con él (yo si hubiera sido tú, Harry, me hubiera dejado flequillo nada más ver la situación. Menuda cruz tienes que soportar a lo largo de todos esos años en el colegio con la dichosa cicatriz). Todo esto claro, Harry no lo sabe porque pasa cuando tenía un año y sus tíos le contaron que sus padres murieron en un accidente de coche, por lo que él se considera un chico normal más.

Aunque eso de normal se queda muy lejos de lo que pueda parecer en un principio, ya que Harry lleva una vida un tanto difícil porque el pobre es algo rarito, y a veces hace cosas inexplicables como; teñir el pelo de la gente sin querer, hablar con serpientes, hacer desaparecer un cristal… vamos, cosillas así extrañas que te llevan a pensar que no es una persona muy “común” que se diga. Esto añadido a que sus familiares lo tratan como un trapo sucio (el muchacho duerme en una alacena debajo de la escalera, con arañas y demás. A ese nivel estamos de penurias) y como jamás le han dicho que es un mago ni nada por el estilo, pues el chaval está algo confundido con todo lo que ocurre a su alrededor (que ojo, ahora releyendo el libro me he dado cuenta que tampoco está tan sumamente preocupado por lo que le pasa. Vale que lleva una vida horrible en la que tiene más cosas en la cabeza, pero un poco más de cuestionamiento acerca de esas rarezas Harry, que menuda horchata tienes en las venas a veces, querido).


Bueno, pues viendo la miserabilidad de nuestro protagonista vamos a adentrarnos en el momento en que su vida cambia para siempre. Esto sucede cuando estando cerca de su cumpleaños, Harry recibe una misteriosa carta bien detallada a su nombre. Su tío al verla se la quita y entonces, en los días venideros comienzan a llegar más, y más, y más… (que gasto de papel, pobres árboles), y sus tíos asustados sobre lo que se les venía encima (son los señores unos anti-magos convencidos, de estos que votarían con los ojos cerrados a Trump si quisiera ponerles un muro a los hechiceros para que no interfiriesen en sus vidas) deciden irse a donde nadie pueda encontrarlos, apartadisimos de todo para que el niño no reciba la dichosa carta, pero entonces llega un hombre con una tarta de cumpleaños en mano, llamado Hagrid, que es un caso él en sí, con una barba y unos pelos indescriptibles, muy gigante él también, y le cuenta a Harry que es un mago con una de las frases más llanas y potentes de toda la saga “Harry debes saber que eres un mago” (Harry, yer a wizard en original).

Con esto el pobre Harry se queda más perdido que un pingüino en un garaje, sobre todo después de que Hagrid le dijera que es famoso, y demás. Así que para que entienda un poco todo el asunto, este le da al chico, la carta que tanto había insistido su tío que no leyera, donde le explican en una hoja que tiene que asistir en septiembre a las clases de un colegio de magia y hechicería llamado Hogwarts, donde está inscrito, junto con una lista en donde detallan una serie de objetos de lo más variopintos (sobre todo si vienes de un colegio normal donde lo más que te piden es cartulina de colores para hacer alguna que otra actividad) que necesitará para las clases. El caso es que Harry se cree toda esa locura así a las bravas, y se va con ese hombre hacia lo desconocido, dejando atrás toda su vida anterior.


Aunque esto suena muy extraño, la cosa acaba bien, y no en ningún engaño del que luego tuvieran que hacerse cargo las autoridades. Hagrid lleva a Harry al callejón Diagon, que es como la típica mega calle de tiendas de las ciudades, solo que en esta ocasión es solo para magos. Allí dedican el tiempo a ir al banco para descubrir que el chico está forradísimo, y a comprar el curioso material que le hace falta para cursar las clases, como una varita, un caldero de peltre medida 2, un juego de redomas de vidrio o cristal, y demás objetos del estilo. Al final del día Hagrid le regala una lechuza a Harry (se me olvidaba decir que sus comunicaciones son por lechuza. Muy práctico y cómodo, al igual que lo de utilizar plumas para escribir, existiendo ya los bolígrafos y la mensajería instantánea), y nuestro protagonista conoce por fin a uno de sus rivales (y compañero amoroso en muchos fanfictions) Draco Malfoy, que parece también sacado de hermano mayor como su primo, pero con el toquecillo de arrogancia que te da el haber vivido con un montón de dinero a tus espaldas. Estos se encuentran en el probador mientras les ajustan las túnicas que son el uniforme que deberán llevar en el colegio (vuelvo a resaltar lo CÓMODO que debe ser andar en túnica todo el santo día en un sitio norteño como en el que está situado el colegio), donde tienen una charla banal en la que Draco le comenta a Harry que ojala no entre en Hufflepuff (sentimiento común a mi parecer) y otra poca cosa más, ya que Harry anda embobado por la vida, y no le da muy buena espina ese chico que tiene al lado (imagino que Draco sentiría lo mismo porque menuda conversación besuguil que se marcó nuestro Harry en esos momentos, en donde le escuchaba a medias mientras andaba a otras cosas).


Bueno, pues después de realizar las compras y de que pasaran los días, llega el momento de irse a Hogwarts, por lo que Harry se va a la estación de King´s cross a coger el tren que se sitúa en el andén 9 ¾ con una pequeña ayuda de la familia del que acabará siendo su mejor amigo, Ron Weasley. El cual es pelirojo tiene una rata extraña como ella sola, y una lista de hermanos difícil de acabar. Juntos van en el tren donde conocen a Hermione Granger, la chica inteligentísima que acabará por completar ese duo de amigos para acabar siendo ellos tres, y a Neville Longbottom que el pobre ya anda por ahí siendo un desastre andante como siempre. En el tren pasan el día comiendo golosinas de todo tipo, y para cuando llegan ya de noche, tienen que enfrentarse a la prueba del sombrero seleccionador para saber en qué casa están. Estas, como ya sabéis son 4, y cada una de ellas tiene una característica que te hace digno de ella. Los Gryffindor, por ejemplo, son muy valientes, los Ravenclaw inteligentes, los Slytherin son muy astutos, y a los Hufflepuff se les dice que son leales y buenas personas (en realidad, la casa Hufflepuff es menos restrictiva con sus estudiantes que las demás, así que acoge a gente más variopinta que el resto). Bien pues como era de esperar Harry y sus amigos acaban en Gryffindor después de que Harry se pusiese en plan cabezón diciéndole al sombrero que no quería ir a Slytherin (lo que conllevó que, como es lógico, un cuarto de los estudiantes ya le cogieran tirria al chico), y Draco ya por mencionarlo, entró en Slytherin como él quería.


Una vez acabada la ceremonia, el director de Hogwarts, el profesor Dumbledore (que fue el mismo que llevó a Harry a casa de sus tíos cuando todo el infortunio pasó, y que además me he enterado de que lleva TACONES) da el discurso de bienvenida, y los manda a todos a dormir después de un atracón a comida de donde acabas pensando que si engullen así todos los días, para volver en navidad a sus casas, mejor lo hacen rodando.

A partir de ahí, Harry y sus amigos comienzan su vida en Hogwarts, del cual se dice que es el lugar más seguro del mundo (JA! SEGURO). En este particular colegio podemos encontrarnos con profesores extraños con los que a Harry le duele la cicatriz solo por tenerlos cerca (pronto empezamos con estas monsergas), Trolls en las mazmorras, posesiones, lecciones de cómo se pronuncia Leviosa de la mano de nuestra querida Hermione (como siempre, sigo abogando por que se dejen los hechizos sin traducir que hay cada uno por ahí que da hasta grima escucharlo (desmaius va por ti la cosa)) tipos chungos que te intentan tirar de la escoba a nosecuantosmil metros de altura (porque no lo he dicho, pero en una de sus clases, Harry parece que es un crack en eso de volar en escoba por lo que lo meten de frente al equipo de quidditch (el deporte de los magos) de su casa, teniendo ya el recelo de más chavales que se quedan con las ganas, ya que los de primero no suelen entrar a esas actividades), partidas mortales de ajedrez, bosques prohibidos donde los alumnos castigados deambulan en plena noche (a veces la disciplina que emplean con los alumnos en este lugar es bastante cuestionable), etc.


Lo mejor es que eso es solo el principio. Después en las continuaciones, la cosa se va poniendo peor, hasta que llega un punto donde te sueltan un “Hogwarts ya no es un lugar seguro” y tú pensando “¡pero si nunca lo ha sido!”, así que si sois de los que solo se han visto las pelis, y no se han leído los libros, o de los que os habéis leído todo lo escrito pero hace ya un tiempo, o no conocíais nada de esta saga (raro me parecería pero a lo mejor nos lee algún amish (¡Hola! ¡Bienvenido!) y quiere experimentar algo nuevo. Nunca se sabe), poneos a leer no solo esta novela, sino toda la colección, porque no hace ni falta que comente que realmente merecen la pena todos y cada uno de ellos (y ya si lo leéis en las nuevas ediciones sacadas por el 20 aniversario mejor, ¡que son chulísimas!).

Os veo más pronto que tarde con la siguiente reseña que tratará sobre los jóvenes de la élite de Marie Lu. ¡Hasta entonces sed buenos y leed mucho!

Se despide de vosotros.

La bibliotecaria de Dunwich

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